Después de realizar los cursos de Createctura, una de las cosas que más he cambiado acerca de mi manera de trabajar es la de observar tranquilamente y detenidamente lo que tengo enfrente de mí antes de empezar a trabajar y plantear propuestas de juego.
Estamos acostumbradas a adaptarnos a lo ya hecho y en ocasiones no nos dejan o creemos que no podemos cambiar esa manera de trabajar por el simple hecho de estar acostumbrados, nosotras y los niños y niñas, a ello. Pero poco a poco me he dado cuenta de que los cambios normalmente siempre son a mejor, y de no ser así, siempre nos enseñan algo diferente que probablemente no sepamos antes.
Cada vez considero más importante pararme a pensar en las inmensas posibilidades que tienen los espacios a los que me enfrento y los materiales y recursos que tengo a mi alcance. A veces, creemos que solo podemos realizar una propuesta con el material al que estamos acostumbradas a trabajar, pero si ese material no lo tenemos en ese momento a nuestro alcance, es imprescindible observar y escuchar a los que tenemos a nuestro alrededor, porque seguramente, alguno de los que ya tenemos nos puede ofrecer las mismas características, o unas diferentes, que sirvan perfectamente para completar y complementar la propuesta que tanto queremos plantear.
Cada vez valoro más este aspecto de observar y escuchar a lo que tenemos a nuestro alrededor, porque todo ello hace que nuestro trabajo crezca y evolucione.
¡Hola! Al fin he tenido tiempo para ponerme con el curso y me he llevado la sorpresa y alegría de encontrarme para empezar con este post. Me ha hecho especial ilusión porque mi grupo de investigación está centrado precisamente en el estudio de esa “mochila”, “piloto automático” o, como Ángel Pérez Gómez lo llama, “conocimiento práctico” de los docentes, definido como el conjunto de conocimientos, habilidades, valores, actitudes y emociones que operan de manera automática y que condicionan nuestra percepción y actuación.
Me parece de especial importancia que se le haya dado valor a este aspecto porque creo que es lo que precisamente está haciendo que, a pesar de todos los grandes cambios en las ideas explícitamente mantenidas por los docentes, estos cambios no se estén trasladando en la misma medida a la práctica de las aulas.
No resulta extraño escuchar así que se hable, por ejemplo, de favorecer la exploración y experimentación, cuando la gran mayoría de materiales no están al alcance de los niños y niñas; o de potenciar la autonomía del alumnado, mientras se dedica gran parte de la jornada escolar a estar “atados” a mesas y sillas que ocupan gran parte del aula.
Todo ello se debe a que el conocimiento de los docentes va más allá de un saber técnico o disciplinar. Es un saber ligado a la vida, fruto de la exposición reiterada a determinados escenarios y situaciones de aprendizaje en los que se repiten ciertos patrones, y donde buena parte de sus representaciones cotidianas, incluidas las que se refiere al aprendizaje y a la enseñanza, se adquieren de manera inconsciente, sin pretenderlo.
Así ocurre que a menudo los profesores actuamos contrariamente a lo que creemos que es correcto, ya que este conocimiento práctico, a menudo derivado de toda una cultura escolar muy arraigada y aprendida durante sus años de discentes, se conforma por automatismos cerebrales difíciles de detectar y cambiar al permanecer por debajo de la conciencia, dando lugar con demasiada frecuencia a distancias significativas entre lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos.
Antes esto Ángel Pérez dice que se hace necesaria una reflexión sobre la propia práctica que permita transformar el conocimiento práctico en pensamiento práctico. Esto es, un pensamiento que no solo incluya el conocimiento en la acción sino también el conocimiento reflexivo sobre esa acción. Un pensamiento constituido por todos los recursos (conscientes e inconscientes) que utilizamos cuando intentamos comprender, diseñar e intervenir en una situación concreta de manera más lenta y racional.
Bueno… no me enrollo más. Que me estoy motivando demasiado porque es un tema que me toca! jaja Por si a alguien le interesa, en mi tesis estoy además estudiando cómo se relaciona, más concretamente, la reflexión y transformación de los espacios con la transformación de todo este conocimiento práctico. Y he escrito un artículo donde hablo un poco de ello que se llama “Repensar el diseño estético del espacio escolar. Una ‘pregunta infinita’ con eco en el desarrollo profesional docente”… pero aún está en proceso de publicación…
Un abrazo y gracias por hacerme seguir pensando sobre esto tanto con el post como con vuestros comentarios!!
Creo que el cambio en los centros educativos está costando mucho porque, aunque hay muchísimos profesionales que ya son perfectamente conscientes de que hay que hacer las cosas de otra manera, en muchas ocasiones te encuentras sólo en tu centro y hay que luchar con ser el único ‘rarito’ que quiere hacer las cosas diferentes.
Muy cierto. También damos por hecho de que una propuesta pedagógica diferente, puede no ser aceptada por los padres o la sociedad en la que se vive, dándola con anterioridad como fracasada.
Es perder el miedo a ser creativos, a pensar en nuevas posibilidades que influyan positivamente en la vida de ninxs, adolescentes y adultos.
Dicen que la arquitectura es el arte inevitable. Puedes no ir nunca a un teatro o jamás abrir la portada de un libro… Pero la arquitectura no podemos evadirla. Condiciona nuestros movimientos en una urbe, el recorrido de calles que debemos hacer para llegar a un lugar; y gran parte del tiempo estamos dentro de espacios arquitectónicos. Del mismo modo, parece inevitable también que sus formas, volúmenes y materiales condicionen nuestros movimientos y sensaciones dentro de sus habitáculos. Me parece sumamente importante este cuestionamiento sobre la estructura básica de arquitectura y mobiliario en los espacios educativos para poder justamente dar lugar a otras metodologías.
Que reflexão tão importante! Às vezes dou por mim a agir em “piloto automático” e só depois me questiono, “será assim tão importante e essencial fazer desta forma? “. Manter este questionamento é realmente fundamental, caso contrário nunca fazemos diferente.
Tiempo antes de pensar si quiera en embarcarme en ninguna formación de Createctura, leí una pequeña frase en una entrevista a Irene. “Incluso los pasillos se pueden aprovechar y no ser simplemente un lugar de paso“. La idea no se desarrollaba más, no iba seguida de una detallada explicación ni de ejemplos que ilustraran las posibilidades pedagógicas del pasillo. Quizá justo por eso se me quedó fijada e hizo saltar por los aires muchas ideas preconcebidas sobre el uso de los espacios. A veces (casi todas) se me olvida, no es fácil cambiar la manera de mirar, pero merece la pena hacer el esfuerzo.
Quizás la idea de “romper con la estructura” es una de las que más me ha ayudado a hacer el cambio. Estuve muchos años trabajando con propuestas “innovadoras”, atractivas, flexibles, respetuosas con las necesidades de l@s niñ@s, pero las seguía encajando (casi con calzador) en esa estructura, ese aula, esos tiempos, esas rutinas. Y un día te das cuenta de que puedes romperlo todo, de que es el espacio y el tiempo que están a tu servicio y no a la inversa. Entonces empiezas a ser dueña del proceso y, con esa apropiación, l@s niñ@s pasan a ser l@s verdader@s protagonistas y la escuela, como concepto inamovible, desaparece, para dar lugar a una escuela a su/nuestro servicio. Y a seguir rompiendo todo lo que convenga; es la única forma de poder construir.
Has descrito una gran realidad, llevamos a cuestas una mochila cargada con todo lo que siempre ha sido, que nos impide ver aquello que puede llegar a ser. Hay mucho que desaprender para volver a mirar con ojos y mente nuevos capaces de desmontar esos muros que hemos ido construyendo y dentro de los cuales hemos metido nuestras maneras de trabajar en las aulas. Influye mucho para lanzarse el miedo al cambio, aunque eso pienso que debe ser el motor para empezar. Iniciar un proceso de investigación y formación que nos ayude a implementar y también justificar ese cambio que queremos. Un cambio que, a mi modo de ver, debe empezar pasa por nuevos modos de mirar a las niñas y niños, nuevos modos de ver los espacios en los que nos desenvolvemos, nuevas maneras de comunicarnos dentro de las aulas, tanto a nivel de búsqueda de riqueza en los intercambios comunicativos en los que nuestras preguntas ya no pueden ser cerradas con una sola opción de respuesta sino que debemos plantearlas de manera que puedan hacer aportaciones. Pasar de esto se hace así a preguntar -tú cómo lo harías. Considerar a los niños i niñas como seres competentes que pueden enriquecernos con sus aportaciones. Si partimos de considerarles de ese modo, necesitamos un tratamiento cuidado a la hora de plantear nuestras propuestas de trabajo, una estética que realmente los valores y les enriquezca con referentes adecuados, que al mismo tiempo fomenten el pensamiento divergente y den respuestas a las diferentes necesidades que hay dentro del aula. Me parece que me he ido un poco del tema, jajaja. En definitiva, pienso que ese cambió necesario es posible y que los sueños los tenemos que ir transformando en realidad y en eso estoy este curso forma parte del proceso para llegar a hacer realidad mis sueños.
Después de realizar los cursos de Createctura, una de las cosas que más he cambiado acerca de mi manera de trabajar es la de observar tranquilamente y detenidamente lo que tengo enfrente de mí antes de empezar a trabajar y plantear propuestas de juego.
Estamos acostumbradas a adaptarnos a lo ya hecho y en ocasiones no nos dejan o creemos que no podemos cambiar esa manera de trabajar por el simple hecho de estar acostumbrados, nosotras y los niños y niñas, a ello. Pero poco a poco me he dado cuenta de que los cambios normalmente siempre son a mejor, y de no ser así, siempre nos enseñan algo diferente que probablemente no sepamos antes.
Cada vez considero más importante pararme a pensar en las inmensas posibilidades que tienen los espacios a los que me enfrento y los materiales y recursos que tengo a mi alcance. A veces, creemos que solo podemos realizar una propuesta con el material al que estamos acostumbradas a trabajar, pero si ese material no lo tenemos en ese momento a nuestro alcance, es imprescindible observar y escuchar a los que tenemos a nuestro alrededor, porque seguramente, alguno de los que ya tenemos nos puede ofrecer las mismas características, o unas diferentes, que sirvan perfectamente para completar y complementar la propuesta que tanto queremos plantear.
Cada vez valoro más este aspecto de observar y escuchar a lo que tenemos a nuestro alrededor, porque todo ello hace que nuestro trabajo crezca y evolucione.
¡Hola! Al fin he tenido tiempo para ponerme con el curso y me he llevado la sorpresa y alegría de encontrarme para empezar con este post. Me ha hecho especial ilusión porque mi grupo de investigación está centrado precisamente en el estudio de esa “mochila”, “piloto automático” o, como Ángel Pérez Gómez lo llama, “conocimiento práctico” de los docentes, definido como el conjunto de conocimientos, habilidades, valores, actitudes y emociones que operan de manera automática y que condicionan nuestra percepción y actuación.
Me parece de especial importancia que se le haya dado valor a este aspecto porque creo que es lo que precisamente está haciendo que, a pesar de todos los grandes cambios en las ideas explícitamente mantenidas por los docentes, estos cambios no se estén trasladando en la misma medida a la práctica de las aulas.
No resulta extraño escuchar así que se hable, por ejemplo, de favorecer la exploración y experimentación, cuando la gran mayoría de materiales no están al alcance de los niños y niñas; o de potenciar la autonomía del alumnado, mientras se dedica gran parte de la jornada escolar a estar “atados” a mesas y sillas que ocupan gran parte del aula.
Todo ello se debe a que el conocimiento de los docentes va más allá de un saber técnico o disciplinar. Es un saber ligado a la vida, fruto de la exposición reiterada a determinados escenarios y situaciones de aprendizaje en los que se repiten ciertos patrones, y donde buena parte de sus representaciones cotidianas, incluidas las que se refiere al aprendizaje y a la enseñanza, se adquieren de manera inconsciente, sin pretenderlo.
Así ocurre que a menudo los profesores actuamos contrariamente a lo que creemos que es correcto, ya que este conocimiento práctico, a menudo derivado de toda una cultura escolar muy arraigada y aprendida durante sus años de discentes, se conforma por automatismos cerebrales difíciles de detectar y cambiar al permanecer por debajo de la conciencia, dando lugar con demasiada frecuencia a distancias significativas entre lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos.
Antes esto Ángel Pérez dice que se hace necesaria una reflexión sobre la propia práctica que permita transformar el conocimiento práctico en pensamiento práctico. Esto es, un pensamiento que no solo incluya el conocimiento en la acción sino también el conocimiento reflexivo sobre esa acción. Un pensamiento constituido por todos los recursos (conscientes e inconscientes) que utilizamos cuando intentamos comprender, diseñar e intervenir en una situación concreta de manera más lenta y racional.
Bueno… no me enrollo más. Que me estoy motivando demasiado porque es un tema que me toca! jaja Por si a alguien le interesa, en mi tesis estoy además estudiando cómo se relaciona, más concretamente, la reflexión y transformación de los espacios con la transformación de todo este conocimiento práctico. Y he escrito un artículo donde hablo un poco de ello que se llama “Repensar el diseño estético del espacio escolar. Una ‘pregunta infinita’ con eco en el desarrollo profesional docente”… pero aún está en proceso de publicación…
Un abrazo y gracias por hacerme seguir pensando sobre esto tanto con el post como con vuestros comentarios!!
Creo que el cambio en los centros educativos está costando mucho porque, aunque hay muchísimos profesionales que ya son perfectamente conscientes de que hay que hacer las cosas de otra manera, en muchas ocasiones te encuentras sólo en tu centro y hay que luchar con ser el único ‘rarito’ que quiere hacer las cosas diferentes.
Muy cierto. También damos por hecho de que una propuesta pedagógica diferente, puede no ser aceptada por los padres o la sociedad en la que se vive, dándola con anterioridad como fracasada.
Es perder el miedo a ser creativos, a pensar en nuevas posibilidades que influyan positivamente en la vida de ninxs, adolescentes y adultos.
Dicen que la arquitectura es el arte inevitable. Puedes no ir nunca a un teatro o jamás abrir la portada de un libro… Pero la arquitectura no podemos evadirla. Condiciona nuestros movimientos en una urbe, el recorrido de calles que debemos hacer para llegar a un lugar; y gran parte del tiempo estamos dentro de espacios arquitectónicos. Del mismo modo, parece inevitable también que sus formas, volúmenes y materiales condicionen nuestros movimientos y sensaciones dentro de sus habitáculos. Me parece sumamente importante este cuestionamiento sobre la estructura básica de arquitectura y mobiliario en los espacios educativos para poder justamente dar lugar a otras metodologías.
Que reflexão tão importante! Às vezes dou por mim a agir em “piloto automático” e só depois me questiono, “será assim tão importante e essencial fazer desta forma? “. Manter este questionamento é realmente fundamental, caso contrário nunca fazemos diferente.
Tiempo antes de pensar si quiera en embarcarme en ninguna formación de Createctura, leí una pequeña frase en una entrevista a Irene. “Incluso los pasillos se pueden aprovechar y no ser simplemente un lugar de paso“. La idea no se desarrollaba más, no iba seguida de una detallada explicación ni de ejemplos que ilustraran las posibilidades pedagógicas del pasillo. Quizá justo por eso se me quedó fijada e hizo saltar por los aires muchas ideas preconcebidas sobre el uso de los espacios. A veces (casi todas) se me olvida, no es fácil cambiar la manera de mirar, pero merece la pena hacer el esfuerzo.
Quizás la idea de “romper con la estructura” es una de las que más me ha ayudado a hacer el cambio. Estuve muchos años trabajando con propuestas “innovadoras”, atractivas, flexibles, respetuosas con las necesidades de l@s niñ@s, pero las seguía encajando (casi con calzador) en esa estructura, ese aula, esos tiempos, esas rutinas. Y un día te das cuenta de que puedes romperlo todo, de que es el espacio y el tiempo que están a tu servicio y no a la inversa. Entonces empiezas a ser dueña del proceso y, con esa apropiación, l@s niñ@s pasan a ser l@s verdader@s protagonistas y la escuela, como concepto inamovible, desaparece, para dar lugar a una escuela a su/nuestro servicio. Y a seguir rompiendo todo lo que convenga; es la única forma de poder construir.
Has descrito una gran realidad, llevamos a cuestas una mochila cargada con todo lo que siempre ha sido, que nos impide ver aquello que puede llegar a ser. Hay mucho que desaprender para volver a mirar con ojos y mente nuevos capaces de desmontar esos muros que hemos ido construyendo y dentro de los cuales hemos metido nuestras maneras de trabajar en las aulas. Influye mucho para lanzarse el miedo al cambio, aunque eso pienso que debe ser el motor para empezar. Iniciar un proceso de investigación y formación que nos ayude a implementar y también justificar ese cambio que queremos. Un cambio que, a mi modo de ver, debe empezar pasa por nuevos modos de mirar a las niñas y niños, nuevos modos de ver los espacios en los que nos desenvolvemos, nuevas maneras de comunicarnos dentro de las aulas, tanto a nivel de búsqueda de riqueza en los intercambios comunicativos en los que nuestras preguntas ya no pueden ser cerradas con una sola opción de respuesta sino que debemos plantearlas de manera que puedan hacer aportaciones. Pasar de esto se hace así a preguntar -tú cómo lo harías. Considerar a los niños i niñas como seres competentes que pueden enriquecernos con sus aportaciones. Si partimos de considerarles de ese modo, necesitamos un tratamiento cuidado a la hora de plantear nuestras propuestas de trabajo, una estética que realmente los valores y les enriquezca con referentes adecuados, que al mismo tiempo fomenten el pensamiento divergente y den respuestas a las diferentes necesidades que hay dentro del aula. Me parece que me he ido un poco del tema, jajaja. En definitiva, pienso que ese cambió necesario es posible y que los sueños los tenemos que ir transformando en realidad y en eso estoy este curso forma parte del proceso para llegar a hacer realidad mis sueños.